viernes, 4 de enero de 2008

TRABAJO- Frank Fournier, World Press Photo 1985










FRANK FOURNIER






1. BIOGRAFÍA

Frank Fournier nació en 1948 en Saint-Server, Francia. Hijo de un cirujano, Frank comenzó los estudios de Medicina, si bien a los cuatro años, en 1975, decidió abandonar todo por la fotografía. Para ello se trasladó a New York, donde pudo iniciar su carrera como fotógrafo. Desde 1977 estuvo realizando diferentes labores en la agencia Contact Press Images, hasta que en 1982 entró a formar parte del equipo de fotógrafos de dicha compañía.













2. OBRA PUBLICADA

Muchas de las fotografías de Frank Fournier se han publicado en diferentes medios de comunicación impresos: diarios generalistas o revistas especializadas. Algunos de los ejemplos más destacados se pueden encontrar en la página web de la agencia Contact Press Images (http://contactpressimages.com/portfolios/fournier/fourn_fs.html), de entre los que se pueden destacar los siguientes trabajos.

- Oeste de África
Fotografías que reflejan escenas de la vida cotidiana de los africanos, de sus costumbres, de los ritos religiosos; Fournier pretende captar la esencia de las ciudades y las aldeas del continente africano con una mirada optimista.






Newsweek, 21 de octubre de 2002, International (Ghana)





Natural History, febrero de 1996, USA (Ghana)





GEO, julio de 1999, France (Senegal)



- Retrato de New York

Desde finales de los años 70 Fournier reside en New York, una ciudad que ha sabido inmortalizar con su cámara en numerosas ocasiones. Sus instantáneas han llenado páginas de revistas y periódicos de todo el mundo.







GEO 'New York' special issue, octubre de 1999, Germany (Rudy Giuliani)






GEO, septiembre 2002, France


De todas las fotografías que ha realizado Frank Fournier en New York el que mejores críticas ha recibido en estos últimos años han sido las que captó tras el atentado terrorista del 11 de septiembre en el conjunto financiero World Trade Center de Manhattan. En estas fotos Fournier consiguió enseñar el desastre material y humano que supuso el atentado. La mayor parte de fotos son en blanco y negro, con lo que consigue aportar más dramatismo a las escenas.




Vanity Fair, 9/11 supplement, noviembre de 2001, USA








GQ, septiembre de 2002, Italy

Esta fotografía de Fournier (arriba) también formó parte de un libro de fotos dedicado a los atentados del 11-S titulado ELEVEN: Witnessing the World Trade Center 1974-2001. Este libro fue publicado por la agencia Contact Press Images, donde varios fotógrafos de renombre aportaron sus imágenes de la tragedia.




Portada del libro ELEVEN: Witnessing the World Trade Center 1974-2001






















- Orfanato rumano: SIDA

Frank Fournier es un profesional con una gran sensibilidad humana y un fuerte sentido de compromiso con aquellos que más lo necesitan. En este sentido, en enero de 1990 Fournier viajó a Rumanía, que en aquellos momentos estaba sumergida en una profunda crisis tras el brutal mandato del primer ministro Nicolae Ceausescu. El régimen de Ceausescu no tuvo piedad con los más débiles, los niños. Cientos de ellos fueron contagiados del virus del SIDA debido a las trasfusiones de sangre infectada a bebés recién nacidos por parte de las autoridades sanitarias controladas por el gobierno.




La imagen de los niños moribundos y desnudos fue tomada por Fournier en el Hospital de Virología y Enfermedades Infecciosas de Constanza.





- OMAYRA SÁNCHEZ. La foto que dio la vuelta al mundo




Uno de los trabajos más reconocidos de Frank Fournier en todos sus años como fotoperiodista ha sido el que ejecutó tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz (Colombia), el 13 de noviembre de 1985. La foto de una niña de 13 años, Omayra Sánchez, se difundió por todos los medios de comunicación del mundo y causó un gran impacto por la dureza de la imagen. Tanto es así que, ese mismo año, 1985, Frank Fournier fue galardonado con el premio World Press Photo por esta excelente fotografía.


(En el siguiente epígrafe se detallarán las características y la historia de la fotografía de Omayra Sánchez)


- Otras publicaciones
Algunas de las fotografías de Frank Fournier han sido expuestas en varias exposiciones a nivel mundial. La foto The Eye Candy Store formó parte de una importante exposición que tuvo lugar en la Joseph Sudek Gallery de Praga (2003). Asimismo, en 2004, Fournier participó junto a destacados fotógrafos de todo el mundo en la muestra titulada About Face. Photography and the Death of the Portrait.



- Bridge Proyect

Frank Fournier ha colaborado en el equipo organizador del Bridge Proyect, un programa de ayuda ciudadana creado por el colectivo de fotógrafos que comenzó con el Jocelyne Benzakin Fellowship (en honor a la conocida foto-reportera Jocelyne Benzakin). Bajo los auspicios del Centro Internacional para la Fotografía, el Jocelyne Benzakin Fellowship pretende, a través del programa Bridge Proyect, acercar la fotografía a los residentes de las comunidades más desfavorecidas de Nueva York.


3. ANÁLISIS FOTOGRÁFICO



Frank Fournier obtuvo el premio World Press Photo 1985 gracias a su foto de la niña colombiana Omayra Sánchez, por eso creo que es un buen ejemplo para analizar más a fondo, tanto por su calidad fotográfica como por la humana y periodística. En primer lugar, atenderé a las cuestiones técnicas (texturas, formas, luz, etc.) y de composición de la foto. Luego, relataré la dramática y conmovedora historia que rodea a esta conocida imagen del fotógrafo Frank Fournier.





A. Tomando en cuenta las seis reglas de la composición, se puede decir que esta foto obedece de forma clara al criterio de sencillez, ya que no existe ninguna saturación de elementos que despisten ni molesten en la imagen. El fondo de la foto no deja que el motivo principal, la niña, pierda su interés.



Las líneas que componen la imagen convergen en el tema principal; los reflejos del agua y las formas de los escombros guían la mirada del espectador hacia el rostro de Omayra. La mano derecha de la niña, los dedos sobre todo, también forman líneas que cumplen la función de destacar el motivo importante. En relación a esta regla de la composición se puede mencionar el acertado equilibrio de formas y colores que ha logrado captar Fournier con su cámara. Así, existe una equilibrada tonalidad en toda la imagen, donde predominan los colores marrones y blancos. Las formas son más o menos parecidas, salvo el palo recto que atraviesa la foto de lado a lado y al que Omayra estaba sujetada. El palo contrasta con todos lo demás elementos, pero esto no hace disminuir la calidad de la foto, al contrario proporciona más importancia al rostro de la niña.


En cuanto al encuadre, se puede decir que los elementos de la foto (el palo y las manos por ejemplo) permiten enmarcar la escena captada. Del mismo modo que es una foto en la que la relación figura-fondo es totalmente correcta, no hay lugar a confusiones. En este sentido, la foto posee una escasa profundidad de campo, pues únicamente está enfocado el rostro de la niña, todo lo demás está desenfocado.



Sin embargo, la regla de los tres tercios, la última regla de la composición que faltaba por mencionar, no se cumple en la fotografía de Omayra. El tema principal no está situado en ninguno de los cuatro puntos de interés que se indican en esta regla.



B. La historia de la foto de Omayra
Omayra Sánchez fue una niña víctima del volcán Nevado del Ruiz durante la erupción que arraso al pueblo de Armero. Omayra estuvo tres días atrapada en el fango, agua y restos de su propia casa. Tenía 13 años y durante el tiempo que se mantuvo atorada siempre estuvo encima de los cuerpos de sus familiares.

Pese a los pedidos de ayuda de la Cruz Roja y a que la imagen dio vuelta al mundo, nadie pudo rescatarla. Los miembros de los equipos de rescate se limitaron a rezar junto a ella y tratar de aliviarle la penuria. Omayra murió 60 horas más tarde, tras permanecer a la intemperie.
El fotógrafo Frank Fournier llegó a Bogotá desde Nueva York dos días después de la erupción. El país estaba en medio de una grave conmoción política, poco antes de la erupción se produjo la toma del Palacio de Justicia por parte de rebeldes del M-19, la cual terminó en un baño de sangre. El ejército de la zona había sido trasladado a la capital. Llegó al pueblo de Armero al amanecer del tercer día posterior a la erupción. Había mucha confusión, la gente estaba conmocionada y desesperada por conseguir ayuda. Muchos permanecían atrapados por los escombros.


El propio Fournier declaró en una entrevista: “Me encontré con un campesino, quien me dijo de una niña que necesitaba ayuda. Cuando me condujo hacia ella estaba casi a solas, unas pocas personas la rodeaban en tanto algunos trabajadores de rescate ayudaban a otra persona un poco más lejos”. Omayra estaba dentro de un gran charco, atrapada de la cintura hacia abajo.Cuando los socorristas intentaron ayudarla, comprobaron que era imposible, ya que para sacarla necesitaban amputarle las piernas, sin embargo carecían de cirugía y podría fallecer. La otra opción era traer una moto-bomba que succionará el cada vez mayor fango en que estaba sumergida. La única moto-bomba disponible estaba lejos del sitio, por lo que solo podían dejarla morir.


“Al tomar su fotografía me sentí totalmente impotente, sin poder alguno de ayudarla. Ella se enfrentaba a la muerte con coraje y dignidad, sentía que su vida se le iba”, relata Fournier. Omayra se mostró fuerte hasta el último momento de su vida, según los socorristas y periodistas que la rodearon. Durante los tres días, estuvo pensando solamente en volver al colegio y en sus exámenes.


Sobre la fotografía Fournier comenta que cuando la tomó no se percató de lo poderosa que era, en cómo los ojos de la niña conectan con la cámara. La imagen fue publicada en París Match y causó mucho impacto.
Fournier: “La gente me preguntaba "¿Por qué no la ayudaste?", "¿Por qué no la sacaron de allí?". Pero era imposible”.

La foto de Omayra produjo un gran escándalo y debates en televisión sobre el papel del fotoperiodista. La gente se cuestionó si de verdad es necesario y ético publicar fotos tan dramáticas como ésta. Según declaró el propio Fournier, el simple hecho de que hubiera polémica era algo positivo, al menos hubo una reacción. Hubiera sido peor si a nadie le hubiera importado, que nadie hubiera hablado lo que la imagen representaba.
La foto ayudó a recaudar dinero para ayuda humanitaria y sirvió para destacar la irresponsabilidad y falta de coraje de los líderes del país. No había planes de evacuación pese a que los científicos habían advertido sobre el peligro de una erupción.



Con todo, he de decir que hay cientos de miles de Omayras en el mundo, historias de gente pobre y débil. Por eso los fotógrafos deben ser los que creen un puente entre ellos y los otros.
Otra cuestión es si el poder de la prensa es más importante en la actualidad que antes, debido a la presión que impone hoy por hoy el mercado sobre su trabajo. En este sentido, las reglas éticas y profesionales son más complicadas de diferenciar. En mi opinión, el trabajo periodístico de Frank Fournier es muy valioso, porque supo inmortalizar el desastre de Armero en una sola imagen, en el rostro de la pequeña Omayra. Todas las horas de vídeo que se grabaron en Armero no lograron impactar tanto ni movilizar a tanta gente para que aportara su grano de arena para la causa en todo el mundo como la foto de Fournier. He aquí un ejemplo de la trascendencia social que poseen los fotoperiodistas hoy en día. Muchos ven en esta imagen de 1985 el comienzo de lo que hoy llamamos Globalización, pues la agonía de Omayra fue seguida en directo por las cámaras de televisión y difundida por todo el Mundo.

(Imágenes de Omayra en:

http://www.youtube.com/watch?v=B0_K_3yz-QA&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=tN3id8dVkDU&NR=1)

jueves, 3 de enero de 2008

9ª PRÁCTICA- Ilustra un artículo II-

¿PIENSAN LOS JÓVENES?






Autor: Jaime NubiolaProfesor de FilosofíaUniversidad de Navarra
Fecha: 20 de noviembre de 2007

Publicado en: La Gaceta de los Negocios (Madrid)



La impresión prácticamente unánime de quienes convivimos a diario con jóvenes es que, en su mayor parte, han renunciado a pensar por su cuenta y riesgo. Por este motivo aspiro a que mis clases sean una invitación a pensar, aunque no siempre lo consiga. En este sentido, adopté hace algunos años como lema de mis cursos unas palabras de Ludwig Wittgenstein en el prólogo de sus Philosophical Investigations en las que afirmaba que "no querría con mi libro ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimularles a tener pensamientos propios".














Con toda seguridad este es el permanente ideal de todos los que nos dedicamos a la enseñanza, al menos en los niveles superiores. Sin embargo, la experiencia habitual nos muestra que la mayor parte de los jóvenes no desea tener pensamientos propios, porque están persuadidos de que eso genera problemas. "Quien piensa se raya" -dicen en su jerga-, o al menos corre el peligro de rayarse y, por consiguiente, de distanciarse de los demás. Muchos recuerdan incluso que en las ocasiones en que se propusieron pensar experimentaron el sufrimiento o la soledad y están ahora escarmentados. No merece la pena pensar -vienen a decir- si requiere tanto esfuerzo, causa angustia y, a fin de cuentas, separa de los demás. Más vale vivir al día, divertirse lo que uno pueda y ya está.

















En consonancia con esta actitud, el estilo de vida juvenil es notoriamente superficial y efímero; es enemigo de todo compromiso. Los jóvenes no quieren pensar porque el pensamiento -por ejemplo, sobre las graves injusticias que atraviesan nuestra cultura- exige siempre una respuesta personal, un compromiso que sólo en contadas ocasiones están dispuestos a asumir. No queda ya ni rastro de aquellos ingenuos ideales de la revolución sesentayochista de sus padres y de los mayores de cincuenta años. "Ni quiero una chaqueta para toda la vida -escribía una valiosa estudiante de Comunicación en su blog- ni quiero un mueble para toda la vida, ni nada para toda la vida. Ahora mismo decir toda la vida me parece decir demasiado. Si esto sólo me pasa a mí, el problema es mío. Pero si este es un sentimiento generalizado tenemos un nuevo problema en la sociedad que se refleja en cada una de nuestras acciones. No queremos compromiso con absolutamente nada. Consumimos relaciones de calada en calada, decimos "te quiero" demasiado rápido: la primera discusión y enseguida la relación ha terminado. Nos da miedo comprometernos, nos da miedo la responsabilidad de tener que cuidar a alguien de por vida, por no hablar de querer para toda la vida".

















El temor al compromiso de toda una generación que se refugia en la superficialidad, me parece algo tremendamente peligroso. No puede menos que venir a la memoria el lúcido análisis de Hannah Arendt sobre el mal. En una carta de marzo de 1952 a su maestro Karl Jaspers escribía que "el mal radical tiene que ver de alguna manera con el hacer que los seres humanos sean superfluos en cuanto seres humanos". Esto sucede -explicaba Arendt- cuando queda eliminada toda espontaneidad, cuando los individuos concretos y su capacidad creativa de pensar resultan superfluos. Superficialidad y superfluidad -añado yo- vienen a ser en última instancia lo mismo: quienes desean vivir sólo superficialmente acaban llevando una vida del todo superflua, una vida que está de más y que, por eso mismo, resulta a la larga nociva, insatisfactoria e inhumana.














De hecho, puede decirse sin cargar para nada las tintas que la mayoría de los universitarios de hoy en día se consideran realmente superfluos tanto en el ámbito intelectual como en un nivel más personal. No piensan que su papel trascienda mucho más allá de lograr unos grados académicos para perpetuar quizás el estatus social de sus progenitores. No les interesa la política, ni leen los periódicos salvo las crónicas deportivas, los anuncios de espectáculos y algunos cotilleos. Pensar es peligroso, dicen, y se conforman con divertirse. Comprometerse es arriesgado y se conforman en lo afectivo con las relaciones líquidas de las que con tanto éxito ha escrito Zygmunt Bauman.






Resulta muy peligroso -para cada uno y para la sociedad en general- que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.











Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos -como aspiraba Wittgenstein- a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

8ª PRÁCTICA- Retratos-



Indiferente, alegre y triste. Esas eran las tres expresiones que debíamos capturar con nuetra cámara. Para ello qué mejor que recibir la ayuda de un familiar, alguien de confianza que no pusiera ninguna pega a posar para mí inexperta cámara. Al principio pensé en mí madre o en una de mis tías, que tiene un rostro muy expresivo y es una persona extrovertida. Sin embargo, no me convencieron, no iban a salir todo lo naturales que yo quería. Si duda, la "modelo" idónea para retratar era mi hermana, que desde pequeña ha mostrado mucha facilidad para posar con naturalidad.


Para que el rostro de mi hermana no perdiera interés en la foto opté por poner un fondo de un mismo color.


Primero, una foto alegre y sonriente. "Es más fácil reirse que parecer triste", comentaba mi hermana.









Más tarde, como paso intermedio entre la felicidad y la tristeza: la indiferencia. Sólo debía permanecer natural, sin trasmitir ninguna sensación. Por este motivo, la foto que más me convenció fue la que no dirigía la mirada directamente hacia la cámara, parece que está "a su bola".






Por último, el drama, la melancolía, el llanto. Todas estas expresiones debían reflejarse en el rostro de mi hermana. Alcanzar este propósito no fue coser y cantar, ya que como es natural, tuvimos que interrumpir la sesión fotográfica por las incontenibles carcajadas que tenía mi hermana, y de rebote yo también. Pero al final algo se pudo sacar. De todos modos, la experiencia mereció la pena.

















MIGUEL GARCÍA SAN EMETERIO





Director de
98.3 Radio Universidad de Navarra desde octubre de 2004 y profesor asociado del Departamento de Proyectos Periodísticos desde octubre de 2003. Imparte las clases prácticas de las asignaturas Narrativa Radiofónica e Información Radiofónica.
Entre julio de 1998 y enero de 1999 trabajó en el diario
El Territorio (Argentina), donde se desempeñó como editor de corresponsalías, enviado especial y redactor de temas ciudadanos.
A partir de febrero de 1999, siguió la actualidad general de Navarra en la delegación regional de la
Agencia EFE, hasta que en octubre de 1999 se incorporó a la recién puesta en marcha Radio Universidad de Navarra.


Entre enero de 2003 y septiembre de 2004, trabajó en el Servicio de Admisión de la Universidad de Navarra, donde se encargó del diseño, ejecución y evaluación de la política de comunicación orientada a los futuros alumnos de la Universidad.


Es licenciado en Periodismo (1998) y Máster en Gestión de Empresas de Comunicación (2002) por la Universidad de Navarra, con motivo del cual realizó una estancia de investigación y prácticas en la Unidad de Medios de España del Grupo Prisa.


lunes, 3 de diciembre de 2007

7ª PRÁCTICA -Reflejos y sombras-

Reflejos de mis ojos. Cosas que mis ojos ven y que mis fotos reflejan.

Para esta práctica dejé rienda suelta a mi imaginación para crear una serie de formas e imágenes con sombras. El juego con las luces y las sombras que se proyectaban obre una pared blanca eran infinitas. Cada movimiento de la persona que se interponía entre la luz y la pared creaba sombras diferentes. Esta diversidad me resultó muy interesante desde el punto de vista artístico.






































lunes, 26 de noviembre de 2007

6ª Práctica - RINCONES DE PAMPLONA-

PAMPLONA. UN RINCÓN, UNA EXPERIENCIA.


Pamplona, la capital de Navarra, es una ciudad donde se funden modernidad y tradición. Una ciudad tranquila con emblemáticos rincones marcados por los Sanfermines y el Camino de Santiago; la calle Estafeta hace revivir la tensión del Encierro y el románico Puente de la Magdalena, a los pies de las murallas, da la bienvenida a los peregrinos.


Pamplona invita a disfrutar pausadamente de sus parques y a callejear por su casco antiguo; invita a dejarse tentar por su gastronomía y sus populares pinchos, regados con un buen vino con Denominación de Origen Navarra.



Otoño en el Baluarte






Yamaguchi







El balcón de Dalí
















Paseantes junto a la nueva Estación de Autobuses





¡A limpiar cristales!

miércoles, 7 de noviembre de 2007

5ª PRÁCTICA- Ilustra un artículo-

Las manos de la “amatxi”

Texto de Asier Barandiarán


El 10 de junio de 1973 se celebró en Oiartzun (Guipúzcoa) un homenaje a un bertsolari. A este acto fue invitado Xalbador, el pastor de Urepel (Baja Navarra). Cuando le tocó su turno, se acercó con solemnidad al micrófono. Su figura mostraba a un hombre sereno y rebosante de confianza. Don Juan Mari Lekuona fue el encargado de comunicarle el tema sobre el que debía cantar de un modo improvisado: “Xalbador, éste es tu tema, las manos de la abuela, “amatxiren eskuak”. Tras unos segundos de concentración empezó a cantar con una melodía suave y nostálgica:

Aizu, amona, aspaldian zu etorri zinen mundura,
ta zure baitan ibili duzu zonbait-zonbait arrangura;
nik ikustean begi xorrotxez zuk duzun esku zimurra,
laster mundutik joanen zarela etorzen zeraut beldurra.


Escucha abuela,
hace ya mucho tiempo que viniste al mundo,
y en tu interior has pasado muchas preocupaciones.
Al contemplar con mi fina mirada esas queridas manos arrugadas,
me viene un temor de que pronto tendrás que dejar este mundo.


Los oyentes no esperaban esta salida. Mirando a Xalbador podrían asegurar que no es un ejercicio de erudición y rima el de éste buen pastor. En su cara parecía vislumbrarse una añoranza de esa “amatxi”. Xalbador, sin cambiar el gesto grave y profundo de su rostro, canta su segundo bertso:

Beste amatxi asko ikusi izan ditut han-hemenka,
Jainkoa, otoi, ez dadiela gaukoan eni mendeka:
zure eskuak ez bitza, otoi, behin betiko esteka,
semeatxiak hain maite baitu esku horien pereka.


He visto en todo el mundo a otras muchas “amatxis”,
Señor, por favor, que me perdonen hoy lo que digo,
que tus manos, “amatxi” mía, no se agarroten nunca,
pues éste tu nieto tanto ama las caricias de esas manos arrugadas.


Cuando los oyentes todavía no se habían repuesto de la emoción, Xalbador lanzó al aire su tercer bertso:

Ene amatxik mundu guzian ba ote zuen berdinik?
Dudatzen nago hardu dukeen nehoiz atseginik;
orai eskuak ximurtu zaizko zainak hor dazura urdinik,
eta ez dago arritzekoa horrenbeste lan eginik.


Mi “amatxi” en todo el mundo ¿acaso tendría una igual?
estoy dudando de que alguna vez hubiese tomado un descanso,
ahora se le han envejecido las manos,
y sus venas azules las tiene ahí a la vista,
no es de extrañar... ¡tanta labor han hecho!


Xalbador con esa mirada suya perdida en el horizonte está viendo a su abuela trabajando, hilando la lana, cuidando la olla en el fuego, meciendo la cuna de su nieto, desgranando las mazorcas de maíz o las cuentas del rosario. Una abuela, con unas manos arrugadas, que fue la memoria de esa comunidad familiar.






































miércoles, 24 de octubre de 2007

4ª Práctica- MERCADO DE SANTO DOMINGO-




Miré hacia arriba y pude leer “mercado público” escrito sobre la puerta principal. Se trataba de un edificio de color teja con grandes ventanas con arcos de medio punto. Sin duda ese era el mercado de Santo Domingo, en Pamplona. Con la cámara fotográfica a la espalda entré al mercado, he de confesar que algo nerviosa e insegura por el trabajo que debía realizar allí. Era normal, ya que se trataba de la primera vez que debía fotografiar a personas que estaban inmersas en sus actividades dentro de un lugar público. De todas formas, los nervios sólo duraron los primeros cinco minutos, en los que recorrí el recinto de lado a lado para situarme y observar con detenimiento el ambiente.



La gente que estaba comprando, por lo general, resultó ser muy agradable y no se asustaba al ver que estaba sacando fotos. Incluso hubo varias personas con las que estuve charlando un rato y que me pidieron que les mandara las fotos que les había hecho para tener de recuerdo.



Los tenderos también resultaron ser personas amables y simpáticas. Pude conversar con la mayoría de ellos sobre temas tan dispares como la pesca, la ecología, los estudios universitarios o las nuevas tecnologías. Cada uno tenía muchísimas cosas interesantes que contar. En mis fotos traté de plasmar esta naturalidad y simpatía de los trabajadores del mercado de Santo Domingo. Sin duda, es un mercado del que uno sale con muy buen sabor de boca, y nunca mejor dicho.